Escepticemia por Gonzalo Casino

“Lo que vale la pena conocer”

Sobre la acumulación de revisiones sistemáticas, su búsqueda e inteligibilidad

Autor/a: Gonzalo Casino

La llamada ley de Sturgeon, que viene a decir que el 90% de todo lo que se produce en cualquier actividad humana es pura basura, tiene de ley científica ni más ni menos que la ley de Murphy y otros ocurrentes adagios que han hecho fortuna por esa cierta dosis de verdad que contienen. Aunque esta ley es probablemente una exageración en muchos casos, ni siquiera la producción científica se libra de su mordacidad. Y, en estos tiempos de sobreabundancia, vale la pena invocarla –con un punto de ironía– para llamar la atención sobre la rampante mala ciencia y la dificultad de separar el grano de la paja cuando se quiere saber cuál es la respuesta científica a una pregunta de salud. En medicina, como en tantos otros ámbitos, la cuestión es cómo lidiar con la frustrante ley de Sturgeon.

En poco tiempo, se ha pasado de la carestía a la sobreabundancia de revisiones sistemáticas

Las revisiones sistemáticas, uno de los grandes inventos de la medicina del último medio siglo y quizá uno de los menos conocidos, surgieron para saber qué hacer cuando se dispone de diversos estudios que dan respuesta a la misma pregunta de salud. El gran problema que plantea la acumulación de estudios es que estos pueden tener una calidad muy diferente y, además, pueden ofrecer resultados discordantes y hasta contrapuestos. Y la solución que ofrece una revisión sistemática es un resumen de la información existente (estudios primarios) sobre una intervención médica (terapéutica, diagnóstica, preventiva, etc.) siguiendo un proceso sistemático y explícito para seleccionar lo más relevante y minimizar los errores y sesgos. Pero las revisiones envejecen, difieren en el número de estudios que incluyen, tienen una calidad dispar y, además, han proliferado como setas en los últimos años.

En poco tiempo, se ha pasado de la carestía a la sobreabundancia de revisiones sistemáticas. ¿Cómo encontrar entonces la mejor y la más actual? Epistemonikos (“lo que vale la pena conocer”, en griego, según señalan en la página web) es una iniciativa desarrollada en Chile que ofrece la mayor base de datos de revisiones sistemáticas con un buscador intuitivo para encontrar la evidencia disponible para una determinada pregunta de salud. La base de datos incluye ya más de 300.000 revisiones sistemáticas, un volumen ingente que solo ha podido ser identificado y clasificado con el concurso combinado de robots y una extensa red de colaboradores. La catalogación de esta base de datos es relevante porque, por un lado, agrupa las revisiones sistemáticas en torno a preguntas de salud específicas (las llamadas preguntas PICO) y, por otro, indica qué estudios primarios se incluyen en cada revisión. Y, además, presenta estos dos aspectos de forma visual, en una matriz gráfica que ordena las revisiones y los estudios indicando su año de publicación. De este modo, resulta fácil identificar las revisiones más actuales y completas. Aunque esta herramienta no es la solución perfecta para localizar la mejor evidencia, ciertamente simplifica el proceso.

La base de datos Epistemonikos tiene una orientación universal (puede usarse en nueve idiomas), pero no está orientada al público general. Como reconocen sus creadores, esta herramienta está dirigida a profesionales de la salud, investigadores y decisores de salud. Sin embargo, la metodología de las revisiones es tan técnica que puede resultar complicada para no pocos profesionales de la salud. A pesar de algunas encomiables estrategias para resumir y hacer inteligibles los resultados de una revisión sistemática al público no experto, lo cierto es que solo resultan accesibles a las personas bien informadas. Las herramientas visuales y la combinación de formatos, junto con una sabia y dosificada utilización del lenguaje, parecen ser el camino, pero queda mucho por hacer e innovar para trasladar el conocimiento de las revisiones sistemáticas a los no expertos.


Gonzalo Casino es licenciado y doctor en Medicina. Trabaja como investigador y profesor de periodismo científico en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.