La falta de concienciación puede costar vidas

Aneurisma cerebral (campaña pública)

El esposo de una periodista fallecida dirige los esfuerzos por educar a las personas sobre las señales de advertencia

Fuente: MedlinePlus

El 19 de marzo de 2015, la presentadora de noticias y periodista de New York City TV nominada al Emmy: Lisa Colagrossi estaba realizando un trabajo de rutina cuando sufrió lo que su esposo, Todd Crawford, describió como "un terrible ataque de tos".

Llevaron rápidamente a Colagrossi a la unidad de cuidados intensivos de un hospital local, donde la colocaron en soporte vital. En un plazo de 24 horas, la periodista de WABC-TV de 49 años de edad había fallecido.

La causa: la ruptura repentina de un aneurisma cerebral sin diagnosticar.

"En esa época no sabíamos nada sobre la afección", recuerda Crawford. "Resultó que Lisa estaba experimentando al menos una de las señales clásicas de advertencia, el peor dolor de cabeza de su vida, pero no tomamos las medidas adecuadas para abordarlo debido a nuestra falta de conocimiento. Si lo hubiéramos hecho, podría estar aquí ahora".

Además de su marido, Colagrossi dejó a dos hijos pequeños.

Desde ese día, Crawford ha trabajado sin descanso para convertir la dolorosa pérdida de su familia en un avance en la salud pública, iniciando la The Lisa Colagrossi Foundation (TLCF).

La meta de la organización es "fomentar la concienciación de las señales, síntomas y factores de riesgo asociados con los aneurismas cerebrales".

"Un aneurisma es una parte débil de la pared de un vaso sanguíneo, como un pinchazo en una rueda", explicó el Dr. Howard Riina, vicepresidente del departamento de neurocirugía del Centro Médico Langone de la NYU, en la ciudad de Nueva York. También es director de la junta médica asesora de la TLCF.

Hasta el cinco por ciento de los estadounidenses desarrollarán un aneurisma cerebral, usualmente después de los 40 años de edad, según la Asociación Americana del Accidente Cerebrovascular (American Stroke Association).

Una angiografía TC o una angiografía de resonancia magnética (ARM) pueden identificar con facilidad los aneurismas de un tamaño significativo. Los aneurismas más pequeños se pueden descubrir con una exploración visual asistida por un catéter llamada un angiograma cerebral, según la asociación del accidente cerebrovascular.

Cuando se diagnostica, un aneurisma cerebral que no se ha roto no siempre se convierte en una amenaza para la vida. Los aneurismas más grandes se pueden sellar con éxito mediante una cirugía o un procedimiento menos invasivo asistido por catéter. Riina dijo que el pronóstico tras esos procedimientos es "excelente".

Los aneurismas más pequeños sin romper podrían no necesitar ningún tratamiento, siempre y cuando una monitorización de rutina confirme que no hay un crecimiento posterior.

Los cambios en el estilo de vida también pueden hacer una diferencia, según Crawford. Dejar de fumar o controlar la hipertensión puede ayudar a limitar el riesgo de ruptura de un aneurisma, dijo.

Pero si no se diagnostica, un aneurisma puede agrandarse con el tiempo, abultándose hasta que filtra o se rompe.

Y una ruptura, advirtió Riina, por lo general es una mala noticia.

"Un tercio [de los pacientes] mueren", comentó. "Un tercio nunca vuelve del todo al a normalidad, y solo un tercio vuelven al nivel anterior de funcionamiento".

La inmensa mayoría de personas en riesgo de un aneurisma cerebral y sus seres queridos saben poco o nada sobre el problema o sus señales de advertencia, según la TLCF.

Y un 94 por ciento no están conscientes del riesgo general relativamente más alto al que se enfrentan tanto los negros como las mujeres. Los negros tienen un riesgo de aneurisma cerebral un 50 por ciento más alto que otros grupos raciales, según la TLCF.

Algo incluso más problemático es que casi un 100 por ciento de los estadounidenses desconocen las señales de advertencia, lo que pone en jaque a la necesidad de una atención médica rápida. Y casi un tercio creen equivocadamente que un aneurisma no es prevenible ni tratable, anota la fundación.

Riina enfatizó que incluso las personas que por lo demás tienen una excelente salud deben prestar atención en particular a una señal característica de un problema con una ruptura: "el peor dolor de cabeza de su vida".

Justo como el que tuvo Colagrossi.

Crawford, que ahora vive en Frankenmuth, Michigan, recuerda que justo antes del fallecimiento de su esposa, parecía tener una "salud perfecta", y que hacía ejercicio rutinariamente tres o cuatro veces por semana.

Colagrossi estaba "completamente sana, aparte del inicio repentino del peor dolor de cabeza de su vida y una sensibilidad a la luz que experimentó durante seis semanas antes de la ruptura", dijo.

La sensibilidad a la luz, llamada fotofobia, es otra señal de advertencia típica de una ruptura, dijo Riina, junto con "vista doble, dolor retroorbitario [ubicado detrás de la cuenca del ojo], letargo, rigidez en el cuello y pérdida de la conciencia".

Cualquiera que tenga señales de una ruptura debe dirigirse directamente a emergencias o llamar al 911, enfatizó Riina.

Crawford y Riina consideran que ese conocimiento básico puede literalmente salvar vidas. Un ejemplo es el caso de Kris Sorensen, que sobrevivió a un aneurisma.

El 25 de septiembre de 2015, la residente de Sacramento, California, experimentó un dolor de cabeza severo y súbito. Durante cuatro días tuvo un dolor continuo, mareo y rigidez del cuello. Por suerte, la hermana de Sorensen había oído a Crawford hablar sobre los síntomas de un aneurisma en la radio, e insistió que fuera al médico de inmediato.

"Al final hallaron no uno, sino dos aneurismas", dio Sorensen, que en ese momento tenía 51 años. "Luego me sometí a cirugía y los recortaron".

"En retrospectiva, no solo tenía síntomas, sino también un riesgo más alto, dado que he sufrido de hipertensión varios años", dijo.

"Si experimenta síntomas, no los ignore. Un aneurisma cerebral no tiene por qué ser una condena de muerte. Sea consciente y tome medidas con rapidez", añadió Sorensen.


FUENTES: Howard A. Riina, M.D. professor and vice chair, department of neurosurgery, and director, Neurosurgery Residency Training Program, and director, Endovascular Neurosurgery, New York University Langone Medical Center, New York City; Todd Crawford, founder, The Lisa Colagrossi Foundation (TLCF), Frankenmuth, Mich.; Kris Sorensen, aneurysm patient/survivor, Sacramento area, Calif.