Más del doble

Vinculan las infecciones graves con el riesgo de suicidio

Un estudio danés descubre una asociación mayor para las personas hospitalizadas con el VIH o hepatitis

Fuente: MedlinePlus

Las personas hospitalizadas por infecciones graves podrían enfrentarse a un aumento del riesgo de fallecer por suicidio, y los investigadores sospechan que hay una razón biológica para ello.

En un estudio de más de 7 millones de personas, los investigadores daneses hallaron que los que habían sido hospitalizados por infecciones tenían un 42 por ciento más de probabilidades de fallecer por suicidio que las que no tenían antecedentes de infección grave.

"Sabemos que la inflamación puede provocar síntomas depresivos"

Las personas hospitalizadas por el VIH/SIDA o hepatitis (una infección del hígado) mostraron un riesgo más alto: más del doble que las personas sin esas enfermedades, según el estudio.

Aunque el estudio no pudo demostrar un vínculo de causa y efecto, los autores del estudio y al menos una experta en la salud cerebral creen que el riesgo más alto de suicidio después de una infección quizá no refleje simplemente el impacto psicológico de la enfermedad grave. En lugar de eso, las infecciones podrían contribuir directamente al riesgo de suicidio al causar una inflamación en el cerebro.

"Sabemos que la inflamación puede provocar síntomas depresivos", dijo la Dra. Lena Brundin, profesora asociada del Centro de Ciencias Neurodegenerativas del Instituto de Investigación Van Ande, en Grand Rapids, Michigan.

Eso, dijo, se basa en evidencias tanto en animales como en seres humanos. Por ejemplo, el fármaco interferón fortalece la respuesta inflamatoria del sistema inmunitario y hasta un 45 por ciento de los pacientes desarrollan una depresión durante el tratamiento, según Brundin. El interferón se usa para tratar ciertas infecciones y algunos cánceres, según la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU.

El nuevo estudio es importante, en parte, porque es inmenso, según Brundin. Dijo que refuerza la idea que han ofrecido estudios más pequeños: la depresión, y la conducta suicida, quizá sean trastornos inflamatorios hasta cierto punto.

Brundin escribió un editorial publicado con los hallazgos el 10 de agosto en la revista JAMA Psychiatry.

Para el estudio, los investigadores usaron el sistema de registros nacional de Dinamarca para recoger datos de más de 7 millones de personas que vivían en el país entre 1980 y 2011. Durante ese periodo, más de 800,000 (el 11 por ciento) fueron hospitalizados por una infección, como el VIH, la hepatitis o infecciones en los pulmones, el sistema digestivo, la piel o la sangre.

Según los certificados de defunción, casi 32,700 personas fallecieron por suicidio durante el periodo de estudio de 32 años. Casi una cuarta parte de ellas habían sido hospitalizadas alguna vez por una infección, mostró el estudio.

Cuando los investigadores observaron con mayor profundidad, descubrieron que las personas hospitalizadas por la mayoría de tipos de infecciones tenían una tasa elevada de suicidio; la única excepción fueron las infecciones relacionadas con el embarazo.

Y cuantas más infecciones habían contraído las personas, o cuanto más duraba su tratamiento, mayor era el riesgo de suicidio.

"Hay muchos mecanismos potenciales que podrían vincular las infecciones con la muerte por suicidio", dijo la investigadora principal, Helene Lund-Sorensen, del Centro de Salud Mental de Copenhague, en Dinamarca.

Lund-Sorensen dijo que su equipo intentó tener en cuenta tantos como fuera posible, incluyendo si las personas con infecciones tenían otras afecciones de salud, si tenían unos ingresos bajos o si alguna vez les habían diagnosticado una depresión o abuso de sustancias.

Incluso entonces, hubo un vínculo estadístico entre las infecciones y el aumento del riesgo de suicidio. Eso, según Lund-Sorensen, implica que los trastornos psiquiátricos "quizá expliquen solamente partes de la asociación".

Se mostró de acuerdo en que podría haber una conexión biológica entre las infecciones graves y el suicidio, incluyendo los efectos de la inflamación.

La inflamación es parte de la respuesta del sistema inmunitario a las lesiones y las infecciones. Cuando esas sustancias inflamatorias se acumulan, también pueden producirse efectos negativos. Si se infiltran en el sistema nervioso central, pueden producirse "efectos profundos en la química cerebral", dijo Brundin.

Algunos estudios han encontrado que las personas con una depresión clínica o que han intentado suicidarse tienden a tener niveles más altos de sustancias inflamatorias del sistema inmunitario en la sangre, el líquido cefalorraquídeo y el cerebro, según Brundin.

Aun así, nada de esto demuestra que las infecciones, o la inflamación, contribuyan directamente al suicidio. Brundin comentó que se podrían obtener evidencias más definitivas a partir de ensayos de tratamientos que hicieran pruebas sobre los medicamentos antiinflamatorios.

Indicó que ya están en marcha estudios de ese tipo.

Un ensayo está observando si añadir un medicamento antiinflamatorio llamado sirukumab a un tratamiento con antidepresivos ayuda a aliviar los síntomas de depresión mayor.

Lund-Sorensen afirmó que su equipo también está planeando estudiar si las infecciones menos graves también están relacionadas con el riesgo de suicidio.

"Esperamos que nuestra investigación, [junto con] las de otros, clarifiquen con el tiempo el papel de las infecciones y las enfermedades inflamatorias en el suicidio", dijo Lund-Sorensen.

Si las infecciones aumentan el riesgo de suicidio, dijo, "creemos que la identificación y el tratamiento tempranos de las infecciones podrían explorarse como medida de salud pública para la prevención del suicidio".

En este estudio, según el equipo de Lund-Sorensen, aproximadamente el 10 por ciento de los suicidios podrían atribuirse a infecciones graves.

Para las personas que viven con infecciones crónicas como el VIH o la hepatitis C, Brundin dijo que cree que hay algunas buenas noticias en los hallazgos.

Si sufren de depresión, dijo, hay muchas evidencias de que pueda haber una "base biológica" para ello.

"Y es posible que en un futuro cercano, tengamos mejores tratamientos para eso", dijo Brundin.


FUENTES: Helene Lund-Sorensen, B.M., Mental Health Center Copenhagen, Denmark; Lena Brundin, M.D., Ph.D., associate professor, Center for Neurodegenerative Science, Van Andel Research Institute, Grand Rapids, Mich.; Aug. 10, 2016, JAMA Psychiatry