¿Y el riesgo de ACV?

¿El aire contaminado con smog podría aumentar el nivel de ansiedad?

Un estudio sugiere que es posible, y otro relaciona la contaminación con un aumento del riesgo de ACV.

Fuente: Medlineplus

La contaminación ambiental podría afectar no solamente a la salud física, sino además al bienestar mental, sugieren dos nuevos estudios.

En uno, los investigadores confirmaron una conexión estudiada desde hace mucho tiempo entre la contaminación atmosférica y la salud cardiovascular, al encontrar evidencias de que el aire contaminado contribuye al desencadenamiento de accidentes cerebrovasculares (ACV) en las personas vulnerables.

El otro estudio observó una cuestión más reciente: ¿La contaminación atmosférica podría afectar también a la salud mental? Encontró que la respuesta es: "Posiblemente". Entre las más de 70,000 mujeres estadounidenses del estudio, las que vivían en áreas relativamente contaminadas eran más propensas a reportar múltiples síntomas de ansiedad.

Los estudios, publicados en línea el 24 de marzo en la revista BMJ, solamente vinculan estos factores; no demuestran que la contaminación atmosférica sea la causa directa de los ACV o de la ansiedad.

Podría haber otras explicaciones, dijo Melinda Power, investigadora de la Universidad de Johns Hopkins, en Baltimore, que dirigió el estudio sobre la ansiedad.

Dijo que su equipo incluyó los otros factores posibles que pudieron tomar en cuenta, como, por ejemplo, si las mujeres vivían en una gran ciudad o si tenían afecciones cardiacas o pulmonares.

"Pero no se puede tener en cuenta todo", dijo Power, que en el momento de realizar el estudio estaba en la Universidad de Harvard.

"Creo que algunas de las explicaciones alternativas más probables serían otras formas de contaminación", dijo Power. El ruido crónico (del tráfico, por ejemplo) es una posibilidad, indicó.

Es demasiado pronto para declarar que una mejor calidad del aire podría ayudar a aliviar los síntomas de ansiedad, enfatizó Power. "Pero es un hallazgo interesante", aseguró. "Y los estudios han de examinar con mayor profundidad esta asociación entre la contaminación atmosférica y la salud mental".

Si se confirma que hay una conexión, entonces reducir la contaminación atmosférica podría tener un "impacto importante" sobre la salud mental a una mayor escala, según Michael Brauer, profesor de la Universidad de Columbia Británica en Vancouver, Canadá. Brauer también es el autor de un editorial en la misma edición de la revista.

Eso es así porque tanto los trastornos de ansiedad como la contaminación son problemas comunes y globales, dijo Brauer.

Pero enfatizó que es demasiado temprano para decir que la contaminación ambiental es un factor de riesgo de la ansiedad. "Se trata de una investigación inicial", dijo Brauer. "Es un hallazgo intrigante, pero no se pueden extraer conclusiones de un solo estudio".

Por otra parte, la idea de que la contaminación atmosférica puede contribuir a los ACV o a los ataques cardiacos cuenta con una gran cantidad de investigaciones que la sostienen, indicó Brauer.

El nuevo estudio sobre los ACV es en realidad un análisis de aproximadamente 100 estudios anteriores que abarcaban 28 países. Y, en general, reportaron los investigadores, hubo una "asociación clara" entre la contaminación atmosférica y el riesgo a corto plazo de que las personas sufran o fallezcan de un ACV.

Los investigadores creen que en las personas vulnerables (incluyendo las personas mayores y las personas con una enfermedad arterial existente) los aumentos en la contaminación atmosférica podrían desencadenar un ataque cardiaco o ACV al causar una inflamación en los vasos sanguíneos.

La Asociación Americana del Corazón (American Heart Association) ya recomienda que las personas en riesgo de sufrir un ataque cardiaco o un ACV intenten limitar el tiempo que pasan en exteriores en los días en que la calidad del aire sea mala.

Pero los riesgos van más allá del corto plazo, indicó Brauer. Otros estudios, dijo, han sugerido que la exposición a largo plazo al aire contaminado contribuye, en primer lugar, a que las arterias se obstruyan.

Para el estudio de la ansiedad, el equipo de Power usó los datos de un estudio sobre la salud a largo plazo de de más de 71,000 mujeres estadounidenses de 57 a 85 años de edad. Se realizaron a las mujeres algunas preguntas estándar sobre los síntomas de ansiedad, para ver si tenían ciertas fobias o tendían a preocuparse en exceso en general.

En general, el 15 por ciento mostraron "niveles altos de síntomas" de ansiedad, aunque, según Power, eso no significa necesariamente que tuvieran un trastorno de ansiedad.

Los investigadores estimaron entonces la exposición de las mujeres a la contaminación atmosférica en función del lugar en que vivían.

En general, el estudio halló que el riesgo de que las mujeres presentaran síntomas de ansiedad aumentaba junto con su exposición a la contaminación ambiental. Estas partículas se liberan al aire cuando se queman combustibles fósiles, de modo que el humo de los coches y las fuentes industriales, como las centrales eléctricas, son unos grandes contribuidores.

¿Cómo alimentaría la contaminación atmosférica los síntomas de ansiedad? Según Power, una posibilidad es mediante un efecto indirecto, al empeorar la enfermedad cardiaca o pulmonar, por ejemplo. Pero, dijo, este estudio sugiere que las afecciones físicas crónicas no son la pieza que falta del rompecabezas.

La inflamación es una explicación más especulativa, dijo Brauer. Algunas investigaciones de laboratorio han sugerido que la inflamación que afecta al cerebro podría contribuir a la ansiedad.

"De modo que es plausible desde el punto de vista biológico", señaló Brauer. "Pero necesitamos más investigación sobre los posibles mecanismos".

Por ahora, comentó, "no creo que las personas deberían evitar hacer ejercicio en el exterior por miedo a los síntomas de ansiedad".

Por otra parte, Brauer añadió que ya hay razones para limitar la exposición a la contaminación atmosférica. De modo que sería prudente, dijo, enterarse de los informes sobre la calidad del aire local y prestar atención a los niveles de contaminación peligrosos.


FUENTES: Melinda Power, Sc.D., postdoctoral fellow, epidemiology, Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health, Baltimore; Michael Brauer, Sc.D., professor, University of British Columbia, School of Population and Public Health, Vancouver, Canada; March 24, 2015, BMJ