“El paciente de Berlín”

“Soy la prueba viviente de que se puede vencer al sida”

Visible. Timothy Brown pasó muchos años en el anonimato. Se lo conocía como “Paciente de Berlín”, ciudad donde le hicieron tratamientos. Hoy quiere compartir su historia y dar ánimos.

Fuente: Clarin.com

Un caso que abre esperanzas:

Por Inés Pérez ESPECIAL PARA CLARIN

Timothy Brown, un estadounidense de 47 años, recibió el test positivo de esta enfermedad en 1995. Luego de varios tratamientos médicos y dos trasplantes de médula, logró lo que parecía imposible.

Este es un buen año para la lucha contra el sida. Diferentes avances en el campo científico, incluidos tratamientos más efectivos en la prevención de su transmisión, generaron un cambio en la forma de pensar de los investigadores. Hoy se habla de determinación. Determinación de que el momento de encontrar una cura está cercano. Y para algunos, ya llegó. El estadounidense Timothy Ray Brown es la única persona en el mundo que ha logrado lo imposible: curarse de VIH.

Mejor conocido como el “Paciente de Berlín” –por el lugar donde recibió su tratamiento–quiso compartir en una entrevista con Clarín su mensaje con el mundo de habla hispana. “Estoy convencido de que la cura está en camino. Soy la prueba viviente de que es posible”, enfatizó vía telefónica.

Pese al optimismo que hoy propaga, los últimos 20 años de su vida han sido todo menos un lecho de rosas. En 1995, mientras estudiaba en Berlín, Brown testeó positivo para el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

“Estaba aterrorizado”, recuerda. Afortunadamente, un año más tarde, un nuevo cóctel de antirretrovirales le permitió mantener a raya la enfermedad y llevar una vida relativamente normal. En 2006, se le abalanzó un nuevo enemigo: la leucemia.

Durante los dos años siguientes, bajo el mando del oncólogo alemán Gero Hütter, y tras múltiples rondas de quimioterapia, dos irradiaciones totales y dos trasplantes de médula, se liberó del cáncer. Y gracias a que los trasplantes de médula del mismo donante contenían una mutación en el gen receptor CCR5 –vital para que el virus del sida infecte– también estaba libre de VIH.

¿Qué pasó por su cabeza cuando le dijeron que ya no había rastros de VIH en su cuerpo?

No lo podía creer. Estaba feliz. Al mismo tiempo, temía que el VIH pudiera regresar. Pero no lo hizo.

¿Cuál fue el momento más difícil de su prolongado tratamiento y cómo logró superarlo?

Hubo un punto, luego del segundo trasplante, en el que me quería morir. Quería que todo terminara. No podía salir de la cama, no podía caminar, apenas podía moverme. Me encontraba en un estado lamentable, pero no me permití desanimarme. ( Su voz se apaga por teléfono hasta reducirse a murmullo ininteligible. Frágil. Se rearma para continuar).

“Del hospital me enviaron a una clínica para pacientes con lesiones cerebrales severas. Tuve que aprender a caminar de nuevo, como un niño. Después de eso me fue bastante bien. Para octubre de 2009 sentía que lo peor había pasado y ya me había recuperado. Pero luego me asaltaron... La golpiza que recibí retrasó mi recuperación durante svarios meses: perdí mi habilidad de enunciar palabras correctamente. Sufrí un daño cerebral que requirió varias visitas al neurólogo”.

Durante mucho tiempo usted rechazó entrevistas y prefirió el anonimato. ¿Qué lo hizo cambiar de opinión?

A finales de 2010 me di cuenta de que mi caso ya estaba marcando una gran diferencia en el mundo de la medicina. Decidí que sería algo positivo de mi parte salir a la luz, divulgar mi nombre, mi imagen y dar entrevistas. Ha sido una de mis mejores decisiones. Me doy cuenta de que mi historia ha devuelto la esperanza a muchas personas con VIH y a sus familias.

Se afirma que hay otros dos nuevos casos de posible curación. ¿Qué opina?

Me siento muy entusiasmado por estos pacientes. Espero que todo salga bien cuando les quiten los antirretrovirales. Una diferencia fundamental entre estos casos y el mío es que yo suspendí mi tratamiento para el VIH el día de mi primer trasplante y nunca más lo necesité. Estos dos pacientes continuaron el tratamiento luego de sus trasplantes. Siento que todo esto podría llevar a una cura general de VIH, ése es el objetivo principal de la fundación que lleva mi nombre.

¿Hoy cómo se siente?

De vez en cuando me resfrío, como cualquier otra persona sin historial de VIH. Mi movilidad aún no es perfecta debido al asalto que sufrí... Pero no siento molestia alguna, excepto por el dolor de cabeza ocasional.

¿Qué planes tiene para el futuro?

“Mi plan para el futuro es hacer lo que pueda para cumplir mi sueño: que todas las personas infectadas de VIH en el mundo sean curadas de esta horrible enfermedad, sin importar dónde vivan, el color de su piel, sexo, posición económica, orientación sexual o adicciones. Insisto, esta enfermedad tiene que erradicarse pronto. Quiero que mi experiencia inspire a la gente a que crea, que sepa que la cura llegará. En muchos hospitales universitarios están surgiendo nuevas ideas. Pero hay que pensar ‘fuera de la caja’, innovar. Creo fervientemente que toda idea prometedora debería ser financiada.

Y eso es justamente lo que planea lograr con su recién creada fundación. En colaboración con el Instituto Global del Sida (WAI, en inglés), busca recaudar fondos para promover investigaciones con miras a encontrar una cura.

 “La vida de Timothy prueba que la ciencia puede curar el sida. Al romper esa barrera, él y sus doctores provocaron un cambio en cómo pensamos sobre esta enfermedad,” dijo a Clarín Chad Johnson, co-fundador del WAI y asesor de la fundación.

Después de todo, un antiguo paciente con una enfermedad infecciosa, está hoy sano porque a un oncólogo en Berlín se le ocurrió una nueva idea.


Un tratamiento que no se puede aplicar a todos

Por Valeria Román

Según expertos consultados, el “método” que curó a Brown presenta muchos riesgos.

El tratamiento que hizo que Timothy Ray Brown –conocido como el paciente de Berlín– se encuentre libre del virus del sida no puede hoy ser utilizado masivamente, advierten prestigiosos especialistas en infectología. No obstante, el caso abrió la esperanza de encontrar en el futuro una terapia que efectivamente erradique el virus de los infectados si se comprende mejor el sistema de defensas del organismo. Por el momento, los tratamientos con cócteles de drogas mantienen controlado el progreso de la infección.

Brown, de 46 años, se había infectado con el virus del sida y más adelante su organismo desarrolló una leucemia mieloide aguda. Para tratar esta última enfermedad, recibió dos trasplantes de médula ósea, que permitieron también la eliminación del virus del sida.

Es el único caso en el mundo, pero hay varias razones que hoy impiden que el mismo tratamiento pueda servir para todas las personas viviendo con el virus.

“El trasplante de médula ósea es caro, muy complejo, riesgoso, y aún con complicaciones letales”, dijo a Clarín Julio Montaner, ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida y director del Centro de Excelencia en VIH/sida de la Columbia Británica en Canadá, quien fue mencionado días atrás por Bill Clinton en su discurso durante el cierre de la Conferencia Internacional de Sida, en Washington D.C., Estados Unidos.

Otro de los obstáculos del tratamiento es, según Montaner, “ encontrar un donante que tenga una compatibilidad adecuada y que además sea “resistente” al VIH. “Es como encontrar una aguja en un pajar”. El tratamiento del trasplante de la médula ósea hoy sólo se puede usar en circunstancias muy especiales “cuando un infectado necesita un trasplante por otra razón médica”.

Consultado también por Clarín Pedro Cahn, presidente de Fundación Huésped, coincidió en que hoy el trasplante para los infectados con VIH es impracticable. Dijo: “ El caso de Brown sí nos sirve como prueba de concepto: se demuestra que la infección del VIH es potencialmente curable en el futuro.

 El logro fue posible porque el sistema inmune del donante de la médula no le facilitó el ingreso al virus del sida. Ahora, ya se está trabajando en el desarrollo científico de un procedimiento que funcione, pero sin que se necesite llegar a un trasplante de médula. Entre el 29 y el 31 de agosto, realizaremos un simposio internacional en Buenos Aires donde debatiremos el tema”.