Surge de un relevamiento de nutricionistas de la UBA.

Comer sano le cuesta a una familia tipo casi $1.600 por mes

El menú "saludable" incluye más frutas, verduras y lácteos que el elaborado por el organismo oficial. Y menos harinas que potencian la obesidad infantil.

Fuente: Clarin.com

Por: Mariana Iglesias

La Canasta Básica de Alimentos que se usa para medir el nivel de pobreza refleja el hecho de no padecer hambre, pero no expresa el valor de una alimentación saludable. Lo dice un grupo de nutricionistas de la Universidad de Buenos Aires, que acaba de elaborar una Canasta Alimentaria Saludable. La diferencia entre los productos recomendados para consumir explica la disparidad de precios. Mientras para el INDEC la Canasta Básica para una familia tipo cuesta 510 pesos, para los expertos de la UBA, una pareja y sus dos hijos deben gastar 1.576 pesos para comer bien. Un 200% más.

"La Canasta Básica Alimentaria fue elaborada en 1988 y nunca actualizada. En aquel momento el paradigma de los problemas nutricionales era el hambre. Hoy lo es la obesidad y algunas deficiencias nutricionales específicas. Según la encuesta nacional de nutrición, el hambre no supera un 1,5% de los niños menores de 6 años. La pobreza infantil argentina se acompaña de obesidad y algunas deficiencias nutricionales específicas. Pretender que una persona u hogar no sea considerado indigente porque sus ingresos superan el costo de un estándar alimentario mínimo, básico, aún cuando es claro que ese estándar no asegura de ningún modo comer saludablemente es por lo menos un concepto limitado", dice Sergio Britos, de la Cátedra de Economía General y Familiar de la Escuela de Nutrición de la Facultad de Medicina de la UBA. Britos, junto a un grupo de la cátedra, armó una Canasta Saludable, en la que se incluye gran variedad y cantidad de lácteos (leche, yogur, queso), verduras, frutas, cereales, harinas, pastas, legumbres, pan, carnes de todo tipo y aceites. "El valor de la canasta básica saludable no es menor a 1.600 pesos para un hogar pobre. Y en subida", dice Britos.

Las diferencias entre las dos canastas saltan a simple vista: mientras la UBA recomienda cuatro porciones de lácteos al día, la del INDEC no llega a dos. Lo mismo pasa con las frutas y las verduras. La UBA habla de cuatro y cinco porciones, y el INDEC, de una.

"El trabajo de Britos y su grupo es impecable. Con la canasta del INDEC generamos cada vez más los dos grandes problemas nutricionales de nuestra sociedad en niños: el retardo crónico del crecimiento y la obesidad, y habrá cada vez más niños con déficits de micronutrientes (desnutrición oculta). La alimentación saludable es fundamental para un óptimo crecimiento y desarrollo, y debe introducirse a partir del sexto mes. Al final del primer año el niño debe recibir porciones de cada grupo alimentario, sin perder el consumo de lácteos, frutas y verduras. Así, los niños adquieren hábitos alimentarios en la mesa familiar que deben mantenerse estables a lo largo de la vida", dice Miriam Tonietti, del hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría.

Según Britos, a menor ingreso, más monótona la dieta: pan, carne vacuna, aceite de girasol, papa y azúcar representan casi el 60% de las calorías ingeridas por un pobre promedio. "La monotonía alimentaria es la puerta de entrada de los problemas nutricionales diagnosticados por la Encuesta Nacional de Nutrición de 2005: tendencia a la obesidad, deficiencias de nutrientes esenciales (calcio, vitaminas C y A, ácidos grasos y hierro) y desnutrición de tipo crónica". Tonietti agrega: enfermedad cardiovascular, diabetes, osteoporosis. Ambos recuerdan la relación entre la mala alimentación y el retraso madurativo y el fracaso escolar.

Para Susana Andrada, presidenta del CEC (Centro de Educación al Consumidor), "la canasta de la UBA es mucho más real que la del INDEC por dos motivos: porque esta última tiene un valor económico falso y porque no cubre ni los nutrientes necesarios mínimos".

"Para que haya una oferta variada y suficiente de alimentos hacen falta políticas que alienten inversiones productivas en agroalimentos. Las leyes de la economía postulan que cuando la oferta abunda, los precios tienden a un sano equilibrio. No es el caso de la Argentina de los últimos cuatro años", asegura Britos.

-Usted dice que Argentina produce alimentos suficientes para alimentar a 442 millones de personas, y sin embargo hay varios millones que siempre padecen hambre.... ¿No le parece necesaria la intervención del Estado?

"El Estado no debe intervenir en los precios. Sí debe asegurarle el consumo de alimentos a esos cinco, seis millones de personas que tienen hambre. El subsidio del Estado debe ser focalizado.