El feudo de los hombres

¿Por qué hay pocas cirujanas mujeres?

La situación en España

LA IGUALDAD EN EL QUIRÓFANO (I)

PATRICIA MATEY

MADRID.- "Soy especialista en cirugía general y aparato digestivo y, qué le voy hacer, soy mujer". Ana Serantes Gómez, del Hospital Valle de los Peroches (Pozoblanco, Córdoba), en la sección cartas al director de la revista 'Cirugía Española'. Seguramente ningún colega varón de la doctora Serantes haya tenido que justificarse alguna vez en estos términos. Seguramente, porque desde siempre ellos han sido mayoría con el bisturí en mano en los quirófanos.

En España hay, aproximadamente, un 70% de hombres cirujanos frente a un 30% de mujeres. En el resto del mundo, los datos no son muy diferentes. En EEUU, por ejemplo, la proporción de mujeres residentes en subespecialidades quirúrgicas es menor al 1% y sólo representan al 2,3% de los cirujanos cardiotorácicos. En 2000, las estadísticas de la Asociación de Mujeres Cirujanas Americanas (AWS, siglas en inglés) fijaron en un 9% el porcentaje de expertos en cirugía general del sexo femenino.

"La cirugía siempre se ha considerado una especialidad de hombres", declara Virginia Rodríguez, una de las apenas siete mujeres que pertenecen a la Asociación de Cirujanos de El Salvador, jefe de la Unidad de Investigación del Hospital Nacional y representante de la División Cochrane (organización sin ánimo de lucro destinada a la revisión de la literatura científica) para su país.

"Durante mi formación, a finales de los 80 y principios de los 90, si no hacía el doble de esfuerzo que el de uno de mis compañeros hombres o no estudiaba para ir mejor que ellos, no me ganaba el respeto como igual", reconoce esta doctora a elmundo.es. No obstante, su trabajo fue gratamente recompensado: "Fui la primera mujer del mundo galardonada con el Premio Invitado Internacional del Colegio Americano de Cirujanos 2002, que se otorga a 10 especialistas jóvenes de todos los países. Sé que no me equivoqué en mi decisión porque en los momentos en los que me siento más plena es cuando estoy operando".

En su segundo año de residencia, "compañeros y profesores trataron de convencerme para que me cambiara a una especialidad más de "mujeres", como anestesista, porque me decían que me iba a morir de hambre ya que ningún paciente iba a confiar en una mujer cirujana. Pero no he tenido nunca este problema. En cambio, sí he sentido el rechazo por parte de algunos colegas, de varios médicos generales o de internistas que no me remitían enfermo alguno", añade.

Afortunadamente, ninguna de las cirujanas españolas consultadas reconoce haber sufrido una presión similar a la vivida por la doctora Rodríguez, pero sí manifiestan haberse tropezado con algunos obstáculos. "Todos los profesionales de la cirugía nos enfrentamos a diario a los cada vez más complejos y acuciantes problemas de esta profesión. Además, en el caso de las cirujanas, las dificultades que debemos afrontar por razón de nuestro sexo son una carga añadida que a menudo nos hace cuestionarnos si el largo y duro camino recorrido ha servido de algo", comenta Elena Ortiz Oshiro, cirujana del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid.

En España, menos de un 24% de los cirujanos son mujeres.

Y tal vez dicha carga sea una de las razones por la que pocas mujeres están al frente de trabajos como el realizado por esta especialista y publicado en SECLAEndosurgery [revista de la Sociedad Española de Cirugía Laparoscópica que ella misma dirige]. El estudio, que analizó a 20 hospitales de todo el territorio nacional, establece además que el 76,17% de todos los cirujanos (incluyendo personal fijo, interinos, residentes y personal de contratos parciales) es hombre frente a sólo un 23,83% de mujeres.

La cirujana Oshiro reconoce que ha "peleado mucho. Cada cosa que hago es un reto que superar. Las cosas están cambiando mucho y deprisa. Ahora tenemos una ministra de Igualdad, pero ser mujer en el feudo machista de la cirugía sigue siendo muy complicado. Con un sólo gesto cualquiera de mis compañeros, doctores varones al borde de la jubilación puede hacer tambalear la difícil relación médico paciente. Se aplaude más fácilmente el éxito de un varón que el de una mujer por mucho que ella haya luchado".

Batallas que han dado importantes victorias. "En 2004, nadie podía imaginar que el Hospital Clínico de Madrid llegaría ser el primero de la red pública que incorporaría el robot Da Vinci (sistema que combina brazos robóticos operados por el cirujano y equipados con instrumentos quirúrgicos diminutos y recepción de imágenes tridimensionales en tiempo real). El primer contacto con la empresa que lo fabrica Instuitive Surgical, fue un correo que yo envíe. Hasta entonces sólo existían dos en el territorio nacional (Barcelona y Bilbao), que pertenecían a la clínica privada. El apoyo de mi jefe de servicio y de la dirección del hospital, además de mi perseverancia, me ayudaron a conseguirlo".

Todas las monedas tienen dos caras y Soledad Montón, del servicio de cirugía general en el Hospital Comarcal García Orcoyen de Estella (Navarra) y responsable de la sección de traumatología y cuidados críticos de la Sociedad Española de Cirugía, es la opuesta a la de Elena Ortiz. Desde hace cuatro años es la que 'lleva los pantalones' en el quirófano aunque es la única 'con falda' de los cinco miembros que componen su equipo.

"Ni he sufrido ningún tipo de discriminación, ni he tenido la necesidad de tener que trabajar o estudiar más que mis compañeros por el hecho de ser mujer. Puede que existan colegas cuyas experiencias no hayan sido tan positivas como las mías, pero no es mi caso. Algunas veces se dice que ser mujer es un impedimento porque muchas renuncian a la cirugía para poder tener familia. Yo no tengo hijos. Mi marido es cirujano también, comprende muy bien mis horarios y mi dedicación, pero conozco mujeres cirujanas con cuatro hijos y pueden con todo, las guardias, su trabajo...".

LA IGUALDAD EN EL QUIRÓFANO (II)
Mujeres, madres y cirujanas

MADRID.- Paloma Sanz tiene 36 años y es cirujana en el Hospital de Getafe (Madrid). Su perfil responde claramente al que defiende su colega Soledad Montón, del servicio de cirugía general en el Hospital Comarcal García Orcoyen de Estella (Navarra): se puede ser madre y trabajar a golpe de bisturí. Incluso puede que alguno de sus dos hijos decida algún día seguir sus mismos pasos. Javier, que nació el pasado 14 de abril, ya ha estado muchas veces en quirófano, dentro de la tripa de su madre.

"La verdad es que he seguido operando hasta el último momento, me encontraba bien y mi gestación no ha supuesto ningún impedimento a mi trabajo", confiesa la especialista española. Ahora, está en casa de baja maternal, cuidando de Javier y de su otra hija, de 18 meses. Reconoce que es duro, pero posible. "En mi profesión sabes a qué hora empiezas, pero no a la que terminas. Tal vez ésta sea una de las razones por la que muchas mujeres no se plantean la especialidad quirúrgica", aclara.

¿En sacrificio de la vida sentimental?

"La mayoría de las mujeres cirujanas es soltera o divorciada", comentan los miembros de la Unidad de Investigación Médica en Epidemiología Clínica, del Hospital de Especialidades de Guadalajara, en un artículo de opinión publicado recientemente en la 'Gaceta Médica de México'. Elena Martín Pérez es, por ejemplo, soltera. Esta especialista en intervenciones de la vía hepatobiliopancreática del Hospital de La Princesa, de Madrid, también es la vicepresidenta de la Asociación Española de Cirujanos y el único miembro femenino de dicha organización.

No para de reírse cuando reconoce que en su nevera "todos los yogures caducan, ni tengo tiempo de ir a la compra, ni de nada de nada". Sabe que "para ser bueno en un trabajo se requiere dedicación, esfuerzo y tiempo. Da igual ser hombre o mujer; para ser el mejor tienes que sacrificar muchas cosas. He dedicado toda mi vida a mi carrera, aunque a diferencia de los hombres, nosotras lo hemos tenido más difícil. Cuando yo empecé, ni pacientes ni médicos confiaban en que fuéramos aptas para la cirugía", determina.

La doctora Virginia Rodríguez, jefe de la Unidad de Investigación del Hospital Nacional de El Salvador reconoce también que "es difícil encontrar pareja cuando se está estudiando Medicina, debido a la falta de tiempo, una situación que empeora si te quieres especializar. Tengo una hija y estoy divorciada, pero me separé durante mi carrera. Yo siempre tuve claro que no quería ser sólo médico general, quería hacer el postgrado y, además, en el extranjero. Mi padre era cirujano y me gustaba leer sus libros de pequeña. Me llevé a mi hija a Francia donde logré el título de cirujana".

Pero las cosas están empezando a cambiar. Los números reflejan que cada vez más mujeres se 'aventuran' a ser cirujanas sin que en su decisión pese el 'sacrificio' de la vida sentimental. "Mientras que los socios 'senior' de la Asociación Española de Cirujanos son un 80% hombres y un 20% mujeres, las cifras de los 'junior', los residentes incorporados en los últimos años, han variado. Ahora es un 50% para cada sexo. Es más, en la última convocatoria MIR, de las 185 plazas ofertadas en el Hospital La Princesa para cirugía general y del aparato digestivo, 115 han sido elegidas por mujeres, lo que supone un 62%", aclara Elena Martín Pérez.

Basta con 'colarse' cualquier mañana en algún quirófano del centro hospitalario donde ella ejerce su profesión para comprobar que las mujeres ya empiezan a ser mayoría. El pasado 15 de Abril la doctora Martín intervenía a un varón de 44 años de un pseudoquiste pancreático, flanqueada por seis mujeres y dos hombres. Pese a que "la operación se complicó al principio, ya está todo bien encaminado", comenta la doctora mientras sigue interviniendo. A su lado izquierdo, una enfermera le proporciona el material quirúrgico. Enfrente, otra cirujana colabora en la intervención.


LA IGUALDAD EN EL QUIRÓFANO (III)
Cualidades de hombre... y de mujer

MADRID.- Pese a que cualquier hombre o mujer que se calza los guantes para intervenir es simplemente cirujano, todavía hoy la sociedad sigue empeñada en diferenciar a estos profesionales por su género. Con el fin de acabar con las condiciones de inequidad de sexo y con el objetivo también de apoyar a la mujer en su lucha por abrirse paso en esta especialidad han surgido varias agrupaciones como la Asociación americana de Mujeres Cirujanas (AWS, de sus siglas en inglés).

Tanto esta agrupación como otras similares insiste en que muchas estudiantes de Medicina rechazan la especialización quirúrgica por falta de asesoramiento y motivación o por disponer de más tiempo libre. Por el contrario, las motivaciones que las empujan a querer trabajar con el bisturí son las mismas que las de los hombres: los resultados que se obtienen. "Me fascina porque curas", exclama Paloma Sanz, cirujana del Hospital de Getafe de Madrid.

También son iguales las cualidades que deben tener él y ella para trabajar en un quirófano. "Se requiere fuerza, una alta capacidad de concentración, resistencia y sangre fría", aclara esta especialista que confiesa realizar ejercicio físico para mantenerse en forma y prevenir los dolores de espalda, un 'mal' común en los cirujanos.

Tanto hombres como mujeres escogen esta especialidad porque permite combinar el trabajo cerebral y artístico, así como por la excitación que provoca. "La verdad es que es una profesión que causa dependencia, vives bajo tensión y generas mucha adrenalina... Yo diría que operar crea adicción", apunta Paloma Sanz.

La aportación femenina

Las mujeres no tienen por qué ser excluidas del gran reto de la práctica quirúrgica. Máxime si se valora su aportación a este campo.

"En general tenemos una inteligencia más práctica y más resolutiva. En quirófano se necesita una mente clara y la capacidad de tomar decisiones rápidamente. Eso lo solemos hacer bien. Claro que hay hombres cirujanos excelentes, grandes profesionales y personas. También, por el contrario, hay cirujanas que pretenden 'hacerse hueco' copiando roles típicamente masculinos, pero no convencen a nadie", declara Elena Ortiz Oshiro, del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid.

Otra de las tributaciones imprescindibles que está en manos de las cirujanas femeninas es la solidaridad. Ana Rodrigo, cirujana oftalmológica del Hospital de Gandía (Valencia) forma parte de un grupo de mujeres y hombres, que voluntariamente interviene a miles de kilómetros de España. "Esta expedición a Vietnam ha sido la segunda que hago gracias a la Fundación Pfizer. Me permite realizar intervenciones en países que necesitan ayuda. Yo escogí esta rama quirúrgica porque me permitía hacer microcirugía", recuerda esta especialista de 38 años.

Reconoce que esta forma voluntaria de trabajar es dura "porque vamos para tratar de solucionar el mayor número de problemas posible. En dos semanas hemos realizado 2.397 intervenciones. La verdad es que he trabajado muy a gusto con todo el equipo y me he sentido muy apoyada tanto por mis colegas varones como por las mujeres", agrega. Para lograr la plena integración del sexo femenino en la especialidad quirúrgica, la AWS cree que "es necesario un cambio de mentalidad en el que todos tomen conciencia de las capacidades de la mujer". Ellas, por su parte deben "evitar la autodiscriminación. Son muchas las féminas que en ocasiones dudan de sus propias capacidades y de su potencial", agrega esta institución. Todas las protagonistas de este reportaje defienden que se debe intentar facilitar, en la medida de lo posible, que la formación académica, el periodo de residencia y la práctica profesional sean más flexibles, de tal forma que se pueda conciliar mejor la vida laboral y la familiar. Poner guarderías en los hospitales contribuiría a mejorar la situación familiar de los profesionales sanitarios femeninos, reclaman al unísono.