Cambio de paradigma

Nuevas claves para el manejo de la esquizofrenia

La esquizofrenia no es un problema único, con una solución uniforme.

Por Benedict Carey
De The New York Times

NUEVA YORK.- Las personas con esquizofrenia no son las únicas confundidas por sus síntomas. Los científicos también están desconcertados, pues tras años de estudio han obtenido poco éxito al tratar de explicar cómo este trastorno se desarrolla y por qué. Pero hay cierto entusiasmo entre los investigadores, y esto se debe en parte a que estudios recientes, paradójicamente, han demostrado cuán insuficientes son las actuales teorías de las que disponemos para explicar la esquizofrenia.

La esquizofrenia no es un problema único, con una solución uniforme, según sugieren estos estudios, sino que abarca una variedad de trastornos mentales relacionados, con una biología subyacente y síntomas que varían de una persona a otra. Este cambio de pensamiento ya ha permitido expandir las opciones de tratamiento para algunos pacientes, y es probable que sirva de guía para la investigación en los próximos años.

Quizá la más sorprendente demostración de cuán biológicamente diversa es la esquizofrenia provenga de un estudio genético de muestras de sangre, que reveló qué mutaciones genéticas raras, previamente indetectables, estaban fuertemente relacionadas con el desarrollo de este trastorno.

Desde hace años se sabe que existe cierta base genética, hereditaria, detrás de la esquizofrenia. Pero los nuevos hallazgos sugieren que otros errores genéticos probablemente contribuyan con su desarrollo (errores genéticos que pueden ser únicos e individuales).

Esta complejidad genética ayudaría a explicar por qué las personas con esquizofrenia conforman un grupo tan heterogéneo. Pueden ser retraídas, indiferentes, o pueden ser enérgicas, sociables o extremadamente lúcidas. Es más: sus respuestas a los tratamientos farmacológicos varían ampliamente, como otro estudio reciente dejó en claro.

Una extensa investigación sobre 1500 individuos que recibían el tratamiento estándar con antipsicóticos mostró que era eficaz para reducir los delirios en muchos pacientes y para calmar su energía incansable y sus más salvajes impulsos. Pero no tenían ningún impacto en el retraimiento y la indiferencia que también se asocia a la esquizofrenia.

Además, obtenían serios efectos adversos, desde trastornos del movimiento hasta rápidos aumentos de peso y cambios metabólicos asociados a la diabetes. El estudio halló que la inmensa mayoría de los pacientes dejaba al año y medio de tomar los medicamentos que les eran prescriptos, porque no toleraban sus efectos secundarios o no tenían respuesta, y pasaban a otras drogas.

Estos resultados cuestionan una de las teorías sobre la biología que se encontraría detrás de la esquizofrenia. Las drogas actúan sobre un neurotransmisor llamado dopamina, que se piensa que es elevado en las personas con esquizofrenia. La mayoría de los investigadores considera ahora la llamada "hipótesis de la dopamina" como simplista.

Eso ha suscitado interés por otros sistemas de transmisión cerebrales, lo que aparta a los investigadores de ideas que han estado dando vueltas en este campo durante años. Es más: el emergente concepto de que la esquizofrenia es un trastorno variable ha dado lugar a un creciente interés por terapias que no se basan en la medicación.

Hay un creciente número de programas terapéuticos para pacientes que tienen su primera crisis psicótica que se basan en psicoterapias individuales o familiares, y que sólo utilizan medicación cuando es considerada necesaria. Algunos estudios sugieren que un tercio o la mitad de estos pacientes puede manejarse durante años sin medicación, pero los investigadores no saben con certeza qué pacientes ni por qué.