Hombres mayores

La testosterona no los hace más fuertes

Un estudio descarta la utilidad de la testosterona en hombres mayores.

CRISTINA DE MARTOS

MADRID.- Los suplementos de testosterona no mejoran la condición física ni mental de los hombres mayores de 60 años con déficit de esta hormona masculina, según un estudio publicado en JAMA. Sus autores concluyen que, en contra de lo esperado, su administración no está justificada en este colectivo.

A medida que envejecemos, los niveles de hormonas sexuales, tanto en el hombre como en la mujer, descienden. En el caso de los varones, la caída de la testosterona que acompaña a la edad se asocia con varios cambios en el organismo como la pérdida de fuerza y masa muscular, de densidad de masa ósea, el declive cognitivo y otras. Algunos expertos han defendido el tratamiento con esta hormona como solución a estos problemas, hipótesis contrastada en algunos ensayos clínicos realizados hasta la fecha.

Sin embargo, la mayor parte de estos estudios no poseían la fuerza suficiente (pocos participantes, objetivos limitados) para que sus resultados fueran significativos. Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Utrecht, en Holanda, publican el trabajo más completo hasta la fecha centrado en esta cuestión.

Durante seis meses, proporcionaron a 223 hombres entre 60 y 80 años 160 miligramos diarios de testosterona o de un placebo. Todos ellos estaban sanos y tenían niveles bajos de esta hormona debido a la edad. Entre los muchos objetivos del estudio estaba averiguar sus efectos sobre la movilidad, la capacidad cognitiva, la masa y fuerza muscular, el hueso, la calidad de vida y algunos parámetros metabólicos (glucosa, colesterol, etc.).

Los participantes tratados con testosterona no mostraron grandes cambios respecto al grupo control. Si bien su grasa corporal disminuyó y aumentó el músculo, estos cambios no se tradujeron en una mayor fuerza muscular, efecto deseable ya que facilita la movilidad y evita las caídas típicas de edades avanzadas. Las pruebas de funcionalidad motora no demostraron ninguna mejoría respecto a los demás.

Ni las habilidades mentales, a pesar de que su buen funcionamiento se ha asociado repetidas veces con niveles adecuados de testosterona, ni la calidad de vida sufrieron cambios con la terapia. Tampoco la densidad de masa ósea, aunque los autores señalan que puede deberse al periodo de intervención, "demasiado corto" para detectar cambios en el metabolismo de los huesos.

El tratamiento hormonal mejoró la sensibilidad a la insulina, un buen signo ya que lo contrario indica riesgo de diabetes. Pero el colesterol 'bueno' (HDL) disminuyó notablemente en este grupo y al final de los seis meses de estudio la presencia del síndrome metabólico (un factor de riesgo cardiovascular) pasó del 34,5% al 47,8%, un incremento no significativo pero reseñable.

La nota positiva del ensayo se refiere a los efectos secundarios de la terapia con esta hormona, que apenas se registraron. No se encontró relación alguna entre la testosterona y un aumento del PSA (antígeno prostático que puede indicar la presencia de cáncer), ni alteraciones en la función hepática.

Estos resultados "no confirman los beneficios de la testosterona sobre varios indicadores de salud, la movilidad o la función cognitiva en un periodo de seis meses", concluyen los autores.