Revelaciones

Asocian obras geniales de algunos artistas con sus enfermedades

Lo afirman patólogos clínicos de la Universidad de San Diego, en los EE.UU. Cruzaron datos sobre dolencias con obras de genios del mundo del arte.

Eliana Galarza

La genialidad también se puso bajo la lupa. En la Universidad de San Diego, en los Estados Unidos, estudiaron las enfermedades que padecieron algunos grandes genios de la pintura, la escultura y la música. Y descubrieron que la excelencia de sus obras tuvo relación con esas dolencias que arrastraron durante años y también con algunos de sus marcados rasgos psicológicos.

La investigación, dirigida por Paul L. Wolf, profesor de Patología Clínica en esa universidad, hizo foco, entre otros, en los pintores Vincent Van Gogh, Miguel Angel Buonarroti y Edvard Munch. En música, Luois Berlioz; y en escultura, Benvenuto Cellini. En cada uno encontraron huellas inequívocas de padecimientos físicos y una estrecha relación entre esas molestias y su alto nivel artístico.

* Vincent Van Gogh (1853-1890). No hace falta ser un erudito en historia del arte para saber que, en algún momento de su vida, ese pintor holandés se cortó una oreja y se dejó enturbiar la mente por pensamientos oscurísimos. De ellos brotó una luz intensa que se instaló en su telas que, especialmente en sus últimos años, rezumaban una intensidad amarilla. Para su corte de oreja hubo un detonante: el síndrome de Meniere, que le llenaba la cabeza de zumbidos y le provocaba mareos que siempre terminaban en un vómito. Su preferencia por el amarillo también tiene una explicación.
Wolf y su equipo cruzaron datos médicos con síntomas registrados en textos que describen su vida y concluyeron en que su pasión amarilla tenía que ver con el licor de ajenjo o absenta y con el consumo de una planta, la Digitalis purpúrea. Esa combinación le provocó un trastorno en la retina que se tradujo en esa intensidad casi enfermiza que volcaba en sus cuadros.

 

Benvenuto Cellini (1500-1571). Fue uno de los grandes escultores de todos los tiempos. Poco después de cumplir 30 años contrajo sífilis. La enfermedad avanzó en su cuerpo hasta llegar a la etapa terciaria y le provocó síntomas que según el estudio californiano se manifestaron en sentimientos de megalomanía y grandiosidad. Algo que tuvo correlato con sus obras monumentales. En Perseo es posible ver hasta dónde podía llegar en su búsqueda de la perfección en las formas.



 

Miguel Angel Buonarroti (1475-1564). El célebre pintor y escultor, quedó inmortalizado por innumerables trabajos artísticos pero tal vez el más popular sea el de la Capilla Sixtina. Precisamente allí, aseguran los investigadores, fue víctima de varias enfermedades, entre ellas la gota, que se caracteriza por la inflamación de las articulaciones debido al aumento desmedido en los niveles de ácido úrico.
Obsesionado, mientras pintaba en la Capilla, Miguel Angel sólo comía pan y bebía vino de un recipiente recubierto de plomo. Ese plomo dañó sus riñones y desencadenó la gota. Si en aquella época hubieran existido análisis médicos exhaustivos, tal vez se habría detectado y tratado. Sin embargo, el dolor en las rodillas, su obsesión y esa cuota de magia que tiene todo gran artista hicieron que en la Capilla Sixtina se puedan apreciar, en los rostros de las figuras, expresiones variadísimas que van desde la melancolía (que también padeció) hasta gestos inusualmente magníficos. ¿Todo gracias a la gota?

 

Edvar Munch (1863-1944). En su cuadro El grito, obra maestra del expresionismo, el pintor noruego dijo haber retratado el momento en que se ponía el sol y el cielo se teñía de color sangre. Se sabe hoy que de verdad el cielo que observaba Munch en esa época era así porque cenizas y polvo continuaban en el aire debido a una explosión volcánica en Krakatoa, Indonesia, que ocurrió en 1883 y que también desató un tsunami. El gesto que se aprecia en el cuadro, en cambio, afirman los californianos, tuvo que ver con un grado de esquizofrenia (su hermana Laura también la padecía). El pintor reconoció que tuvo una sensación extraña en ese camino en donde encontró la inspiración para esa obra.

 

Louis Berlioz (1803-1869). El talento musical de este compositor francés, por lo que revelan en esta investigación de la Universidad de California, encontró un gran aliado en el opio, que en su época se consumía a troche y moche. Aseguran que su Sinfonía Fantástica, punto algo de su carrera, tiene referencia al opio porque precisamente era esa sustancia la que actuaba como un motor en su vida.





Eran artistas. Eran humanos.