Subanálisis de la encuesta FRICCAR

Diferencias de género en los factores de riesgo cardiovascular entre médicos residentes y cardiólogos argentinos (2da. parte)

Las enfermedades cardiovasculares constituyen hoy en día la primera causa de muerte en adultos. Debido a esto, el tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular (FRCV) resulta primordial para reducir la morbimortalidad asociada.

Autor/a: María P. Berlier, Belén Leguizamón, Emmanuel Scatularo y colaboradores

Fuente: REVISTA CONAREC 2019;34(149):93-96

Indice
1. Página 1
2. Referencias bibliográficas
Introduccción

La aterosclerosis es una enfermedad crónica, generalizada y progresiva. Clínicamente se manifiesta como cardiopatía isquémica, enfermedad cerebrovascular o enfermedad arterial periférica1. Dicha enfermedad comienza en etapas muy tempranas de la vida y tiene un largo período de latencia asintomática.

Según la Organización Mundial de la Salud en nuestro país las enfermedades cardiovasculares (ECV) representan el 35% total de las muertes (en todas las edades y ambos sexos). Debido a esto, el tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular (FRCV) resulta primordial para reducir la morbimortalidad asociada.

Respecto a las diferencias de género en la ECV, en los hombres el riesgo cardiovascular (RCV) aumenta de forma casi lineal con el tiempo. En cambio, durante la edad fértil las mujeres experimentan cierto grado de “protección” de la enfermedad aterosclerótica, ya que los estrógenos ejercen efectos beneficiosos sobre el sistema cardiovascular.

Después de la menopausia, y debido al descenso en los niveles hormonales, se producen numerosos cambios estructurales y funcionales en el sistema cardiovascular, a saber: disfunción endotelial, desequilibrio de la actividad autonómica hacia un aumento del estado adrenérgico, aumento de la adiposidad visceral e inflamación sistémica potenciada.

Estos factores contribuyen al desarrollo de hipertensión (HTA), intolerancia a la glucosa, perfil lipídico anormal y resistencia a la insulina.

Así, ambos sexos manifiestan un perfil cardiovascular similar con una diferencia en la evolución de alrededor de 10 años23. Debido a que los médicos somos los encargados de velar por la salud, nos propusimos describir los factores de riesgo de ambos géneros en cardiólogos en formación y especialistas en Argentina.

Objetivos

Evaluar la distribución de FRCV según género en residentes de cardiología y cardiólogos pertenecientes a residencias de Cardiología de todo el país.

Sujetos y Método

> Diseño del estudio: estudio de corte transversal prospectivo, multicéntrico.

Criterios de inclusión: médicos cardiólogos en formación o especialistas, pertenecientes a residencias de Cardiología de todo el país pertenecientes al Consejo Argentino de Residentes de Cardiología (CONAREC).

Se entiende por cardiólogos en formación a residentes, concurrentes, becarios, jefes de residentes e instructores de residentes de servicios de Cardiología.

Criterios de exclusión: se excluyeron a residentes de otras especialidades, así como a cardiólogos que se encontraran realizando o ejerciendo otra especialidad.

Recolección de datos: durante el período de agosto a octubre del 2017 se realizó una encuesta cerrada y prefijada, voluntaria y anónima, con un muestreo no probabilístico por conveniencia. Para conocer más detalles sobre la metodología del estudio ver publicación original del mismo4.

Análisis estadístico

Las variables continuas fueron expresadas con media y desvío estándar o mediana y rango intercuartílico, dependiendo de su distribución.

Las variables categóricas se expresaron como números y porcentajes. Para las comparaciones entre grupos de las variables continuas con distribución gaussiana se utilizó el test de Student. Cuando la distribución fue no normal se aplicó el test de suma de rangos de Wilcoxon.

Las comparaciones entre proporciones se efectuaron mediante el test de Chi cuadrado o el test exacto de Fisher dependiendo de la frecuencia de valores esperados. En todos los casos se asumió un error alfa del 5% para establecer la significación estadística.

Resultados

Se encuestaron 523 profesionales pertenecientes a 44 centros de todo el país, de los cuales el 63,1% eran hombres (Tabla 1). La mediana de edad de las mujeres fue 30 años (rango intercuartílico [RIC]: 28-33), comparada con la de los hombres que fue de 32 años (RIC: 29-40: p<0,001).

El 65,3% de las mujeres y el 45,5% de los hombres encuestados se desempeñaban como residentes (p<0,001), y 23,8% de las primeras y 45,5% de los segundos ocupaban cargos de médicos de planta (p<0,001). Los restantes participantes se desempeñaban como jefes de residentes, instructores o fellow en sus instituciones, sin diferencias entre sexos.

Figura 1. Factores de riesgo cardiovasculares diferenciados por género. DLP: dislipemia. HTA:
hipertensión arterial. EXTBQ: extabaquismo (cualquier individuo “tabaquista” que haya abandonado
la adicción por un período mayor a 6 meses). TBQ: tabaquismo (cualquier individuo
que haya fumado al menos 100 cigarrillos en su vida), Sobrepeso: IMC >25 kg/m2. PAbd: perímetro
abdominal aumentado (mayor a 80 cm en mujeres y a 94 cm en varones).* p<0,01.

Respecto de la distribución de factores de riesgo, eran dislipémicos 19,4% de los hombres y 5,7% de las mujeres (p<0,0001), hipertensos 7% de los primeros y 1,6% de las segundas (p=0,006), sin diferencias significativas en la tasa de diabetes o enfermedad coronaria previa.

Asimismo, el 17,9% de los hombres fumaban y 13% eran extabaquistas, en tanto que 15% de las mujeres eran tabaquistas y 11,9% manifestaron haber abandonado dicha adicción (p=0,61). El 4,2% de las participantes refirieron ser menopáusicas, 1% manifestó haber tenido hipertensión gestacional y 0,5% preeclampsia (Figura 1).

Al calcular el índice de masa corporal encontramos que la mediana del valor hallado en hombres fue 26,1 kg/m2 (RIC: 24,2-28,1) y el de las mujeres 21,7 kg/m2 (RIC: 20,3-24). Así, tenían valores compatibles con sobrepeso u obesidad 63,3% de los hombres y 17,6% de las mujeres (p<0,001).

En lo que respecta al perímetro abdominal, la mediana del valor hallado en hombres fue 90 cm (RIC: 84-99) mientras que en las mujeres fue 70 cm (RIC: 66-78); de esta manera 55,8% de los hombres y 22,8% de las mujeres tenían valores por encima de los recomendados (p<0,0001).

Respecto de la práctica deportiva, realizaban actividad física 66,1% de los hombres y 58,6% de las mujeres (p=0,09), haciéndolo de forma competitiva el 13,5% de los primeros y 4,6% de las mujeres (p=0,014).

Por otra parte, refirieron comer frutas o verduras diariamente 77,2% de las mujeres y 57% de los hombres (p<0,001) (Figura 2).


Figura 2. Hábitos de vida saludables diferenciados por género. AF: actividad física (2-3 días
a la semana). ALSA: alimentación saludable (consumo diario de frutas y verduras). * p<0,01.

 

Tabla 1

Discusión

América Latina ha sufrido una transición epidemiológica durante las últimas décadas, adquiriendo estilos de vida urbano-industriales, típicamente asociados con un aumento de la frecuencia de ECV5. Nuestro país no es ajeno a esta realidad6.

Al evaluar la predisposición de enfermedad aterosclerótica que presentan los hombres respecto de las mujeres antes de los 55 años, sumado al mayor número de FRCV, el riesgo de desarrollar ECV es notable.

Si evaluamos cada factor de riesgo, podemos destacar que las dislipemias son el factor de riesgo independiente más relevante para el desarrollo de la enfermedad aterosclerótica7.

En general, el sexo masculino tiende a tener niveles medios más bajos de colesterol HDL (c-HDL) y mayores niveles de triglicéridos (TG), así como una relación colesterol total/c-HDL mayor, en comparación con el sexo
femenino8.

A pesar de esto, hay estudios longitudinales que han demostrado un aumento prospectivo de los niveles de TG durante la mediana edad (entre 40 y 69 años) en las mujeres9, hecho que se relaciona con la transición a la menopausia10.

La tercera encuesta nacional de factores de riesgo (3a ENFR) para enfermedades no transmisibles demostró una prevalencia similar entre hombres y mujeres (29,7% vs. 29,9%). Sin embargo, en la encuesta FRiCCAr se evidenció una diferencia por género: 19,4% vs. 5,7% de hombres y mujeres respectivamente6.

Otro FRCV destacado fue la HTA. En la 3ª ENFR se observó que, del total de individuos hipertensos, el 31,4% eran hombres y el 36,4% mujeres, siendo la HTA un factor de riesgo con alta prevalencia. En
contraposición, en la encuesta FRiCCAr la prevalencia fue mucho menor que en la población general, comparada por grupo de edad (entre 25 y 34 años)6. Manteniéndose esta línea a favor del sexo masculino (7% vs. 1,6%).

En nuestra encuesta, el segundo FRCV en frecuencia lo ocupa el consumo de tabaco. Esta adicción es causante de más de 5 millones de muertes en el mundo por año, y aproximadamente 1,5 millones
de estas sonmujeres11. El impacto deletéreo del tabaquismo (TBQ) es similar en ambos sexos12.

La 3a ENFR indica que 1 de cada 4 personas fuma y el 36,3% está expuesto habitualmente al consumo pasivo de tabaco6. Si bien en nuestro país la prevalencia del TBQ ha disminuido en los últimos años, las cifras siguen siendo muy elevadas13.

Este descenso del consumo de tabaco se vio principalmente a expensas de una reducción en los hombres, tendiendo las mujeres a persistir con la adicción. En nuestra encuesta se mantuvo dicha tendencia, pero con una diferencia estadísticamente no significativa entre ambos sexos.

Otro de los factores de riesgo que preocupan actualmente por su incremento lineal son el sobrepeso, la obesidad y la falta de actividad física. En la Argentina se observa un incremento en el comportamiento sedentario y falta de actividad física (AF), y se determinó que 6 de cada 10 adultos presenta sobrepeso14.

De acuerdo a datos de la 3ª ENFR, la prevalencia de exceso de peso fue de 58,15% (66,2% de hombres y 50,1% de las mujeres), correspondiendo un 37,1% a sobrepeso y un 20,8% a obesidad6.

En la población general, al igual que en la encuesta FRiCCAr, podemos observar que la presencia de un IMC >25 kg/m2 es mayor en el sexo masculino. Sin embargo, encontramos una marcada diferencia: el porcentaje de mujeres con un IMC >25 kg/mfue del 17,6%, comparadas con el 50,1% que arrojó la 3ª ENFR.

En cuanto a la distribución del tejido adiposo según el sexo, los hombres presentaron un mayor perímetro abdominal (55,8% vs 22,8% respectivamente).

La tendencia de los varones a acumular grasa visceral parece ser un factor clave para predecir por qué la obesidad es mucho más peligrosa en los hombres que en las mujeres. Sin embargo, esta diferencia en la distribución de tejido adiposo visceral masculino y femenino no pueden explicar por completo la diferencia de género en el perfil de riesgo metabólico15.

La falta de AF se asocia al 27% de los casos de diabetes y alrededor del 30% de la carga de cardiopatía isquémica16. En diversos estudios se demostró una asociación entre la falta de AF y género. El sexo femenino presenta menor nivel de actividad física en comparación a los varones, siendo físicamente inactivas el 75,3 % vs. el 54,6 % de los varones (p=0,0001), observándose además mayores conductas sedentarias respecto a los hombres (mujeres 56,8% vs. 45,4% hombres,p=0,0001)17.

El subanálisis de un estudio prospectivo realizado en Finlandia entre 1977 y 1994 mostró que del total de población estudiada (7925 varones y 7977 mujeres entre 25 y 64 años de edad) el 15% resultó sedentaria y que el del total de participantes que realizaban AF (clasificada como aquella que se realiza 6 veces por mes con una duración de al menos 30 minutos equivalente a una caminata rápida) el 55% eran hombres y solo el 38% mujeres18.

Estos resultados, al igual que los obtenidos en la 3ª ENFR, coinciden con los obtenidos en la presente encuesta, donde las mujeres presentan una tendencia a realizar menor actividad física y mayor prevalencia de sedentarismo comparadas con el sexo masculino. Como último FRCV, pero no menos importante, evaluamos los hábitos alimentarios.

Debe tenerse presente que no es solo el tipo de nutrientes consumido, sino la forma de combinarlos y proporciones ingeridas lo que influye en el riesgo cardiovascular. Dentro de los patrones dietéticos la dieta mediterránea es la más estudiada.

En una encuesta realizada en Estados Unidos, donde se incluyó 14.878 individuos se observó que los hombres prefieren, con más frecuencia, consumir carnes; en contraposición con las mujeres quienes muestran una marcada inclinación por las frutas y verduras19.

Nuestro registro mantuvo esta tendencia respecto a las diferencias de hábitos alimenticios ligado al género. Por lo tanto, y evaluando todo lo anteriormente expuesto, observamos una frecuencia relativamente alta de FRCV –teniendo en cuenta la edad de los participantes– lo cual fue más marcado entre los hombres.

Destacan la HTA, la dislipemia, el sobrepeso y/u obesidad y el perímetro abdominal aumentado, al tiempo que los hombres refirieron también poseer una dieta pobre en consumo de frutas y verduras a diferencia de las mujeres. Como contrapartida, los varones manifestaron realizar más actividad física, siendo estadísticamente significativa la que se realiza a nivel competitivo.

En la República Argentina, al igual que en el resto del mundo, las enfermedades no transmisibles son la principal causa de discapacidad y muerte, por lo que deben adoptarse medidas para su prevención a nivel individual y poblacional teniendo en cuenta que es cada vez mayor la presencia de FRCV en los diferentes grupos de edades, y alarmantemente en nuestra encuesta, donde la media de edad fue de 32 años para los hombres y 30 años para las mujeres5.

Limitaciones

Nuestro estudio posee algunas limitaciones que merecen ser resaltadas:

En primer término, al tener un muestreo no probabilístico resulta imposible establecer con precisión la prevalencia de los FRCV en la población objetivo.

En segundo lugar, mucha información recabada fue referida por los participantes, sin corroborar las respuestas brindadas. Algo similar ocurre con las mediciones antropométricas, ya que se emplearon para ellas diferentes instrumentos, según la disponibilidad de cada servicio.

Sin embargo, al ser todos los participantes profesionales de la salud, es dable suponer que los posibles errores vinculados a esto sean menores. Además, el tamaño muestral grande del estudio compensa parcialmente algunas de las debilidades antes enumeradas.

Conclusión

Encontramos diferencias de género marcadas en la distribución de los factores de riesgo y hábitos saludables entre los participantes, presentando los hombres un peor perfil, a excepción de la realización de actividad física. Un gran número de eventos cardiovasculares pueden prevenirse interviniendo sobre los factores de riesgo modificables.

Por tanto, consideramos fundamental el desarrollo de estrategias para favorecer la mejoría de estos hábitos y prácticas, especialmente entre los profesionales de la salud. Adoptar intervenciones basadas en la prevención de factores de riesgo resulta fundamental como política sanitaria global, en la que los cardiólogos son actores protagónicos de esta labor.