Predictores

Uso de la televisión en la niñez y adolescencia y conducta antisocial en la edad adulta

Se ha hallado que el tiempo dedicado a ver televisión durante los años preescolares predice el comportamiento antisocial a las edades de 6 a 11 años.

Autor/a: Dres. Lindsay A. Robertson, Helena M. McAnally and Robert J. Hancox

Fuente: Pediatrics 2013; 131; 439

"La Academia Americana de Pediatría recomienda que los padres limiten el tiempo medio de entretenimiento total de los niños a no más de 1 a 2 horas de programación de calidad por día"

Los niños pasan gran parte de su tiempo viendo la televisión, y una gran cantidad de lo que ven retrata violencia. En muchos países, como Nueva Zelanda, la violencia ocupa un lugar destacado en la televisión, con un promedio de 8 incidentes por hora. Las tasas de violencia en la televisión son aún mayores en la programación infantil y en los avances de los próximos programas, por lo tanto, ver cualquier tipo de programa probablemente resulte en exposición a violencia televisiva.

Ha habido preocupaciones de larga data de que la exposición excesiva a la violencia televisiva   durante la niñez podría conducir a un comportamiento antisocial. Sin embargo, a pesar de cinco décadas de investigación, esta cuestión sigue siendo controversial. Una de las razones para la incertidumbre continua es la naturaleza de la evidencia. La mayor parte de la investigación observacional es de corte transversal y no permite distinguir si los niños desarrollan problemas de conducta debido a que ven personas que se comportan violentamente en la televisión o si los niños con tendencias antisociales prefieren ver programas violentos.

La evidencia experimental se compone principalmente de observaciones a corto plazo de los niños después de ver películas con conductas agresivas y tiene una relevancia cuestionable para los problemas de conducta en la vida real. También se ha argumentado que muchos de los estudios sobre violencia mediática y agresión han utilizado análisis estadísticos poco confiables y tamaños de efecto aumentados.

Pocos estudios longitudinales han examinado la relación entre ver televisión durante la infancia y la conducta antisocial posterior. Se ha hallado que el tiempo dedicado a ver televisión durante los años preescolares predice el comportamiento antisocial a las edades de 6 a 11 años, y se ha demostrado que el tiempo de visión en la adolescencia y principios de la edad adulta se asocia con agresión posterior.

Estudios longitudinales centrados específicamente en el contenido de la televisión violenta han tenido resultados mixtos: se ha encontrado que la exposición a violencia televisiva durante los años preescolares predice la conducta antisocial entre los 7 y los 10 años de edad, y que ver televisión violenta entre los 8 y 9 años de edad se asocia con  agresión en la edad adulta temprana. Por el contrario, dos grandes estudios longitudinales no hallaron asociaciones útiles entre la violencia televisiva y la conducta antisocial tardía.

Estos estudios longitudinales tienen un número de debilidades. Las estimaciones de la visualización de televisión se han basado en sólo uno o dos años y pueden no representar lo ocurrido a lo largo de la infancia. La validez de la agresión nominada por pares, una medida de resultado utilizada en 2 estudios, ha sido criticada. Sólo 1 estudio utilizó registros de convicción criminal para proporcionar una medida objetiva de la conducta antisocial, y ninguno utilizó diagnósticos estandarizados de psicopatología.

Con respecto a los factores de confusión, o bien los datos no han estado disponibles para posibles factores de confusión tales como la conducta antisocial temprana, o estos han sido por lo general medidos en un punto único de tiempo. Un estudio, patrocinado por la industria televisiva, excluyó un gran número de participantes de los análisis por razones poco claras. La incertidumbre sobre la asociación entre ver televisión y el comportamiento antisocial sólo es probable que se resuelva por la evidencia de estudios longitudinales con datos suficientes para hacer frente a estas preocupaciones.

La cuestión de si ver televisión en la infancia lleva a una conducta antisocial sigue siendo muy relevante. A pesar de las numerosas formas de medios de comunicación disponibles actualmente, los niños y adolescentes todavía utilizan principalmente la televisión. Las nuevas tecnologías como la televisión a la carta y los dispositivos de grabación digital ofrecen a los niños y adolescentes más oportunidades de ver programas inapropiados sin supervisión de sus padres.

Utilizando datos del Estudio Multidisciplinario de Desarrollo y Salud de Dunedin, un estudio longitudinal de salud y conducta en una cohorte de nacimiento basada en población, los autores evaluaron la hipótesis de que el tiempo dedicado a ver televisión durante la infancia y la adolescencia se asocia con un comportamiento antisocial en la edad adulta temprana. El estudio tiene múltiples estimaciones del tiempo pasado frente a la televisión en la infancia, una serie de medidas de conducta antisocial, e información detallada sobre posibles factores de confusión para permitir una investigación más robusta que la que ha sido posible en estudios previos.


Métodos

Los miembros del estudio eran nacidos en Dunedin, Nueva Zelanda, entre Abril de 1972 y Marzo de 1973. Los niños que aún residían en la provincia de Otago fueron invitados a participar en la primera evaluación de seguimiento a la edad de 3 años. Hubo 1037 niños (91% de los nacimientos elegibles; 535 [52%] varones) que asistieron al seguimiento inicial, constituyendo la base de la muestra para el estudio.

Las evaluaciones de seguimiento adicionales se llevaron a cabo  a las edades de 5 (n = 991), 7 (n = 954), 9 (n = 955), 11 (n = 925), 13 (n = 850), 15 (n = 976), 18 (n = 993), 21 (n = 992), y 26 (n =980) años. La cohorte de familias representó el rango completo del nivel socioeconómico (NSE) en la Isla del Sur, Nueva Zelanda, siendo en su mayoría de etnia Neo Zelandesa-Europea. A los 26 años, 73 (7,4%) participantes del estudio se identificaron a sí mismos como maoríes, y 15 (1,5%) como Isleños del Pacífico. Se obtuvo el consentimiento informado por escrito para cada evaluación. El estudio fue aprobado por el Comité de Ética de Otago.

Visualización de televisión
A las edades de 5, 7, 9, y 11 años, se les preguntó a los padres cuánto tiempo los miembros del estudio pasaban viendo la televisión cada día de la semana. A las edades de 13 y 15 años, se les preguntó a los miembros del estudio cuánto tiempo generalmente veían la televisión en los días laborables y los fines de semana. La variable de resumen fue una composición de la visualización de los niños y adolescentes calculada como la media de horas de visualización por día laborable entre las edades de 5 y 15 años como se describió previamente.

Medidas de resultado
Los datos de las condenas penales se obtuvieron mediante la búsqueda en el sistema informático de la policía de Nueva Zelanda de los registros de condena de todos los tribunales de Nueva Zelanda y Australia para los miembros del estudio que dieron su consentimiento informado (n = 985, 95% de la cohorte).

Los datos para las condenas entre los 13 y los 16 años de edad se obtuvieron de los registros del Tribunal de Protección de Niños y Jóvenes, y los registros del Tribunal Criminal para Adultos fueron la fuente de datos para las condenas entre los 17 a 26 años. Las condenas fueron codificadas de acuerdo a su naturaleza violenta. Las condenas violentas incluyeron robo agravado, homicidio, asalto con intención de daño, violación, uso de un perro para atacar a una persona, y conducta inapropiada que pudiera provocar violencia.

El trastorno de personalidad antisocial se evaluó a las edades de 21 y 26 años utilizando la Entrevista Diagnóstica, que fue modificada de la siguiente manera: (1) las preguntas se limitaron sólo a la evaluación de los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, Tercera Edición Revisada, (2) sólo se evaluaron los síntomas presentados en los últimos 12 meses, (3) sólo se evaluaron los trastornos que ocurren más comúnmente, y (4) las opciones de respuesta se limitaron a "0 = no", "1 = sí, a veces" o " 2 = sí, definitivamente". Sólo las respuestas que recibieron un "2 = sí definitivamente" se consideraron para los criterios diagnósticos. Los coeficientes k para la fiabilidad de los diagnósticos entre observadores estuvieron por encima de 0.85.

Los rasgos de personalidad se evaluaron a las edades de 18 y 26 años mediante el Cuestionario de Personalidad Multidimensional. Los autores se interesaron principalmente en la Escala de Personalidad Agresiva y en los superfactores de Emocionalidad Negativa y Emocionalidad Positiva.

La emocionalidad negativa comprende la Agresión, la Alienación, y la Reacción al Estrés en las escalas de personalidad: un alto puntaje implica un umbral bajo para la experiencia de  emociones negativas y una tendencia a involucrarse en relaciones antagónicas. Individuos con un puntaje alto en el ítem de Agresión tienden a lastimar a otros para su propio beneficio y asustar y causar molestias a los demás. Los individuos con un puntaje alto en la Emocionalidad Positiva tienen un umbral bajo para la experiencia de emociones positivas y una tendencia a ver la vida esencialmente como una experiencia placentera.

La buena consistencia interna de cada una de las escalas del Cuestionario de Personalidad Multidimensional ha sido reportada previamente. Los datos de personalidad a los 18 y 26 años fueron estandarizados por edad y sexo mediante el uso de puntuaciones DE (z) para cada sexo y edad, y se calculó la media de las puntuaciones z a través de ambas edades.

Covariables
Las medidas de conducta antisocial temprana incluyeron información sobre el temperamento de los miembros del estudio a la edad de 3 años evaluado por las observaciones de entrevistadores capacitados. Los niños categorizados como descontrolados a los 3 años manifestaban típicamente alta irritabilidad y distracción, dificultad para permanecer sentados, comportamiento rudo y sin control, y respuestas emocionales lábiles.
 
Estos miembros del estudio tendían a puntuar más alto en la escala de Agresión a los 18 años de edad que los otros niños. El comportamiento antisocial a los 5 años se evaluó pidiéndoles a los padres y maestros de los miembros del estudio que completaran la Escala Infantil Rutter. Seis ítems de la escala prueban el comportamiento antisocial y se refieren a la lucha, la desobediencia, la destructividad, la intimidación, y el no ser apreciado. Estas escalas han mostrado ser fiables y válidas en el Estudio Dunedin. Las puntuaciones se sumaron para proporcionar 2 variables continuas de la conducta antisocial valorada por los padres y por los maestros.

Se midió el coeficiente intelectual (CI) infantil a las edades de 7, 9, 11, y 13 años mediante el uso de la Escala de Inteligencia para Niños Wechsler -Revisada. Se obtuvo una medida compuesta del CI infantil mediante el cálculo de la media del CI a través de estas edades.

El NSE de las familias de los miembros del estudio se midió utilizando el auto-reporte del estado ocupacional de los padres desde el nacimiento hasta los 15 años de edad. A cada padre se le asignó un código ocupacional (de 1 [profesional] a 6 [trabajador no calificado]) en base al nivel de educación y a los ingresos asociados con esa ocupación en el censo de Nueva Zelanda. Las puntuaciones del NSE se obtuvieron tomando la puntuación más alta de cualquiera de los padres y calculando la media de esas puntuaciones desde el nacimiento hasta los 15 años.

El control parental se midió a las edades de 7 y 9 años utilizando las puntuaciones maternas en la subescala de control de la Escala de Entorno Familiar. La subescala evalúa el grado en que las normas y procedimientos son utilizados para ejecutar la vida familiar e incluye elementos tales como, "Hay un fuerte énfasis en el seguimiento de las reglas en nuestra familia" y "No puede salirse con mucho en nuestra familia". Las puntuaciones varían de 0 (bajo control parental) a 9 (control parental alto). Se utilizó la media de la suma de las puntuaciones para los  7 y 9 años.

Análisis estadísticos
Se utilizó regresión logística para evaluar las asociaciones entre la visualización de la televisión en la infancia y la adolescencia y las condenas y el trastorno de personalidad antisocial en la edad adulta temprana. Se utilizó regresión lineal para examinar la relación entre la visualización de televisión en la infancia y la adolescencia y la Agresión, la Emocionalidad Negativa, y la Emocionalidad Positiva en la edad adulta temprana.

Se verificaron los modelos de regresión lineal por inspección visual de los residuos para garantizar que estuvieran dispersos al azar frente a los valores montados. Los análisis utilizando la muestra total se ajustaron por sexo. Los análisis adicionales se ajustaron por NSE de la infancia, CI infantil, temperamento insuficientemente controlado a la edad de 3 años, puntuaciones de comportamiento antisocial por parte de padres y maestros a la edad de 5 años, y control parental.

Se llevó a cabo una prueba para la interacción sexo x visualización de televisión para cada resultado. Los análisis iniciales utilizaron el tiempo medio de visualización de la televisión entre semana como una variable continua. Los análisis adicionales dividieron el tiempo de visualización en categorías de < 2 horas, de 2 a 3 horas, y > 3 horas.


Resultados

Los niños pasaron más tiempo viendo la televisión que las niñas y fueron más tendientes a tener algún tipo de convicción, una convicción violenta, o un diagnóstico de trastorno de personalidad antisocial en la adultez temprana. Los varones también puntuaron más alto en la escala de personalidad para Agresión y para el superfactor de Emocionalidad Negativa pero más bajo para la Emocionalidad Positiva.

El tiempo dedicado a ver televisión durante la infancia y la adolescencia se asoció significativamente con tener una convicción criminal, una convicción violenta, y un diagnóstico de trastorno de personalidad antisocial en la edad adulta. Después de controlar por covariables adicionales, las asociaciones entre el tiempo de visualización y la convicción criminal y el trastorno de personalidad antisocial siguieron siendo estadísticamente significativas, aunque la asociación entre la visualización de televisión y las convicciones violentas no.

Ninguno de los términos de la interacción sexo x televisión fueron significativos, lo que indica que las asociaciones observadas no fueron significativamente diferentes entre los espectadores masculinos y femeninos.

El mayor tiempo viendo televisión también predijo mayores puntajes de Emocionalidad Negativa (r = 0.16; P < 0.01), de Agresión (r = 0.18, P < 0.01), y menores puntajes de Emotividad Positiva (r = -0.12; P < 0.01). Estas asociaciones se mantuvieron estadísticamente significativas después de controlar el NSE de la infancia, el CI, el temperamento insuficientemente controlado a los 3 años, la conducta antisocial reportada por los padres y maestros a los 5 años de edad, y el control parental.

Cuando se realizó el análisis por categorías, los resultados fueron consistentes con un efecto dosis-respuesta de la visualización de la televisión en el comportamiento antisocial y en la personalidad agresiva a principios de la edad adulta.


Discusión

Los autores hallaron que los adultos jóvenes que habían pasado más tiempo viendo la televisión durante la infancia y adolescencia fueron más propensos a manifestar conductas y personalidad antisociales que los que habían visto menos televisión. Estas asociaciones fueron consistentes a través de 3 medidas diferentes: convicciones penales, trastorno de personalidad antisocial, y rasgos de la personalidad. Los niños que pasaron más tiempo viendo la televisión también tuvieron una menor Emocionalidad Positiva a la edad adulta. Estas asociaciones persistieron después de controlar por sexo, NSE, CI, conducta antisocial temprana, y control parental. Las asociaciones entre la visualización de televisión y el comportamiento antisocial posterior fueron similares para los niños y las niñas, a pesar de que los resultados antisociales fueron menos frecuentes en las mujeres.

Para el conocimiento de los autores, este es el primer estudio longitudinal que demuestra las asociaciones a largo plazo entre la visión de la televisión y una amplia gama de conductas antisociales, incluyendo psicopatologías, condenas penales, y rasgos de la personalidad.

Estos resultados son consistentes con otros estudios longitudinales que han hallado que la cantidad de televisión vista en la infancia o la adolescencia predice la posterior conducta antisocial. Como se señaló anteriormente, 2 estudios longitudinales no encontraron ninguna asociación entre ver televisión violenta y la conducta antisocial. Sin embargo, uno de estos estudios, patrocinado por la Corporación Nacional de Radiodifusión de EE.UU., excluyó hasta un 30% de los participantes categorizados como "reporteros menos válidos".

Estos participantes tendían a ver más televisión violenta y eran más agresivos que el resto de los participantes, y su exclusión puede haber dado lugar a una subestimación de las asociaciones. El otro estudio no encontró ninguna relación entre la visualización de violencia por niños de escuela primaria durante los primeros 2 años del estudio y la tendencia a la agresión en el tercer año, pero el seguimiento de 1 año fue demasiado breve como para investigar los efectos a largo plazo.

Hay un número de mecanismos plausibles que podrían explicar un efecto a largo plazo de la visualización de la televisión en el comportamiento antisocial. Estos incluyen la teoría del aprendizaje observacional (en la que lo que se ve se imita y se internaliza), la desensibilización emocional, y el desarrollo de creencias normativas agresivas y sesgos cognitivos en respuesta a la exposición repetitiva a la violencia.

Una limitación de este estudio es que se desconoce qué programas se vieron y por lo tanto no se puede asegurar que la violencia que se está viendo contribuye al comportamiento antisocial. Aunque la violencia es común en la televisión, el contenido de los programas puede no ser el factor más importante: es posible que el exceso de visualización de televisión contribuya a la conducta antisocial en formas ajenas al contenido violento. Estos mecanismos podrían incluir la interacción social reducida con pares y padres, el pobre logro educativo de los padres, y el mayor riesgo de desempleo, todos los cuales han sido hallados como asociados con un mayor tiempo de visualización de la televisión en esta cohorte.

Otra limitación es que el panorama de los medios de comunicación fue cambiando desde que los miembros del estudio eran niños, en particular con respecto a la llegada de nuevos medios. Futuras investigaciones sobre la exposición a los medios de comunicación y el comportamiento antisocial deberán  tomar en cuenta estos cambios.

Una fortaleza importante de esta investigación es la baja tasa de deserción a lo largo del estudio. A excepción de los 13 años, que tuvo una tasa de seguimiento del 82% (más alta que cualquiera de los estudios longitudinales anteriores sobre visualización de la televisión), al menos el 90% de la cohorte ha sido evaluado en cada seguimiento.

Otra fortaleza es que las medidas de exposición, de resultado, y de covarianza se evaluaron a intervalos múltiples a lo largo de un periodo de 26 años; por lo tanto los autores fueron capaces de controlar los posibles factores de confusión tales como el NSE en la infancia, el CI, y el comportamiento antisocial previo utilizando medidas compuestas a partir de múltiples evaluaciones.

Las medidas de resultado incluyeron un registro objetivo de las condenas penales a partir de los informes judiciales, diagnósticos estandarizados de los trastornos de personalidad antisocial, así como evaluaciones de la personalidad antisocial en base a datos auto-reportados.

La capacidad de los autores para ajustar por el CI infantil aborda la crítica de algunas de las investigaciones longitudinales más tempranas, que controlaron por el logro académico en lugar de por el coeficiente intelectual, a pesar del hecho de que el rendimiento académico puede verse afectado en sí mismo por la cantidad de televisión que mira un niño y que el comportamiento antisocial se asocia con un pobre logro académico.

Es notable que ver la televisión se mantuvo como un predictor significativo para tener una condena penal, mientras que la asociación con convicciones violentas no fue significativa después de controlar para posibles factores de confusión. Esto sugiere que la relación entre ver televisión y los resultados negativos puede ser más complicada que un simple modelo de violencia que engendra violencia y puede reflejar el hecho de que hay otros mecanismos implicados, que podrían incluir el desarrollo de una visión del mundo que es antisocial (aunque no necesariamente violenta) en la naturaleza. Este hallazgo también está en consonancia con la crítica de que la asociación entre el crimen violento y la televisión es débil. Sin embargo, el hecho de que los hallazgos de los autores muestren que la televisión se asocia con peores resultados socioemocionales, así como el hecho de tener una condena penal, indica que ver demasiada televisión sigue siendo una preocupación importante.

Al igual que con cualquier investigación observacional, los autores no pudieron probar que la televisión cause un comportamiento antisocial, pero el estudio tiene una serie de características que permiten hacer inferencias causales. Los resultados son consistentes con la mayoría de los otros estudios longitudinales de alta calidad y son internamente consistentes con la evidencia de relaciones dosis-respuesta a través de una serie de resultados antisociales.

Hay también un número de mecanismos plausibles para la asociación. Sigue siendo posible que la causalidad inversa (la posibilidad de que una personalidad antisocial lleve a ver más televisión) provoque la asociación entre ver televisión y el comportamiento antisocial, aunque se ha intentado controlar esto ajustando por las tendencias antisociales tempranas. Aunque también se controló por el NSE en la infancia y el control parental, también es posible que otros factores no medidos asociados con el medio en el que se ve la televisión puedan explicar la relación observada.

La Academia Americana de Pediatría recomienda que los padres limiten el tiempo medio de entretenimiento total de los niños a no más de 1 a 2 horas de programación de calidad por día. Los hallazgos de los autores proporcionan apoyo a esta recomendación: hallaron que cada hora adicional frente al televisor entre semana aumenta la probabilidad de resultados antisociales.

Por ejemplo, incluso después de ajustar por los factores de confusión, el riesgo de tener una condena penal a los 26 años fue aproximadamente un 30% más alto para cada hora adicional de visualización nocturna entre semana. Los tamaños de efecto hallados para la visualización de la televisión y la agresión son similares a los de informes anteriores, variando de ~ 0.20 a ~ 0.30.  Aunque estos pueden ser considerados modestos por parte de algunos investigadores, las asociaciones de esta magnitud tienen importantes implicaciones a nivel de población.

La investigación previa ha demostrado que el uso excesivo de la televisión en la infancia y la adolescencia puede tener efectos duraderos sobre una amplia gama de resultados perjudiciales para la salud y la conducta.

Los hallazgos de los autores sugieren que el compartimiento antisocial debe incluirse entre estos efectos.


Conclusiones

Más tiempo dedicado a ver la televisión en la infancia y la adolescencia se asocia con un comportamiento antisocial en la edad adulta temprana. Estas asociaciones no se explicaron por problemas de comportamiento antisocial preexistentes, la falta de control parental, el antecedente socioeconómico, o el CI. Los autores creen que identificar la forma de reducir la visualización de televisión en la infancia y la adolescencia debe considerarse una prioridad para la salud pública.

Comentario: El estilo de vida actual lleva a que los niños y adolescentes pasen más tiempo del deseado frente al televisor, y muchas veces los padres no tienen acceso al contenido de los programas que ven sus hijos. La cantidad de horas de visualización de la televisión y el contenido violento de diversos programas durante la infancia y la adolescencia podrían influir en el comportamiento y la sociabilización en la edad adulta. Mientras se desarrollan nuevos estudios que aborden este tema, los profesionales de la salud deben advertir a los padres sobre los efectos perjudiciales que puede acarrear el exceso de televisión e incentivarlos para desarrollar actividades lúdicas y recreativas que disminuyan la permanencia de los niños frente a la misma.